La motivación es un principio básico para el ser humano. Son estímulos que mueven a la persona a realizar determinadas acciones y persistir en ellas para su culminación. Por tanto, constituye la clave del aprendizaje para despertar una acción positiva en todas las tareas que se realizan.
Todos hemos sentido la sensación de frustración en algún momento de nuestras vidas y el deseo de abandonar nuestro objetivo. Para evitar la desmotivación en nuestros hijos, podemos seguir algunas estrategias:
1.- Animarles a superar pequeños retos diarios de autonomía que estén a su alcance: fomenta la capacidad de aprendizaje por uno mismo y nos exige ser persistentes y creativos. Acostumbramos a subestimar la capacidad de los niños para realizar cosas por sí mismos y tendemos a hacerlas nosotros por ellos, bien por falta de confianza o bien por falta de paciencia. En cualquier caso, el mensaje que enviamos a los niños es que no son capaces de hacerlo.
2.- No dar todas las respuestas, incluso antes de que hagan las preguntas! Permitir los errores para poder aprender de ellos. El error es una oportunidad, no un fracaso. Los niños deberían aprenden a través de sus propias experiencias, no de las nuestras. También importan nuestras acciones porque los niños no solo aprenden lo que decimos sino que nos aprenden a nosotros por lo que hacemos.
3.- El halago, con criterio. Las frases como “eres un campeón, tú puedes con todo…etc.” deben estar contextualizadas y no abusar de ellas. Repetir las mismas frases ante diferentes retos o dificultades, hace que pierdan su valor. Es preferible ser preciso con el halago y ceñirnos a la actividad que se está intentando superar, es decir, insistir en el logro concreto por pequeño que parezca.
A medida que van creciendo, los niños atravesarán por diferentes experiencias como son la confianza en sí mismos, el éxito, la frustración o el valor del esfuerzo y su recompensa. Todas ellas contribuirán a forjar su personalidad y les resultaran esenciales para la vida.
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